domingo, 17 de noviembre de 2013

#Cuento: "¿Cómo fui reciclado?"

¡Hola! Me mandaron a hacer una redacción en el colegio, y cuando la leí en clase la profesora me dijo que me la publicaría en la revista del colegio, ya que estaba muy bien. Bueno, pues como he estado liada con los exámenes, digamos que esto es una especie de premio. ¡Gracias a todos!
-----------------------------------------------------------------------
    ¡Buenos días! Soy una pequeña hoja de papel que habita en una gran tienda de Nueva York. Vivo junto a mis hermanos y hermanas dentro de un extraño muro de plástico. Este se ha hecho muy amigo mío, pues no hay nadie a parte de mis hermanos con quién hablar. Nos conocemos desde que nacimos, y siempre estamos juntos. Desde pequeños hemos soñado con saber qué hay fuera de esta tienda, y prometimos que cuando alguien nos comprara, iríamos a conocer el mundo exterior.

Al haber un pasillo entero con paquetes de folios, es difícil que alguien se interese por nosotros, pues hay muchos otros iguales. Pero un día, oí una dulce aunque gritona voz:
-¡Mamá!
Tenía delante a una niña rubia de ojos azules. Llevaba puesto un vestido rosa y colocada sobre su cabello se encontraba una bonita corona de plástico.
-¡Amigo! -susurré. -¡Mira! Hay un hermano tuyo aquí conmigo.
Pero no hubo respuesta. Pocos segundos después, una señora muy parecida a la pequeña princesa, se colocó delante mío.
-¿Qué quieres ahora, Charlotte? - preguntó molesta su madre.
-Cuando sea mayor, voy a ser pintora, como tú - dijo Charlotte orgullosa. La madre le respondió con una dulce sonrisa. La niña añadió: -¿Me podrías comprar estos folios por favor?
La señora, con una sonrisa en la cara, cogió en sus suaves manos mi paquete de folios. Mientras, la pequeña princesa se mostraba satisfecha.
-Plástico, amigo - intenté despertarle. -Tss... - silbé.
-¡Buenos días a todos! - exclamó tan alegre como siempre.
-¡Shh! - siseé. -Tengo buenas noticias - le expliqué feliz. - Ya tenemos un hogar. ¡Nos han comprado!
Mi amigo soltó un gritito de emoción.
-¡Shh! - repetí. -Si hablamos, ¡se asustarán!
El plástico inmediatamente se calló.

Cuando mi nueva familia terminó de hacer la compra, y acabó de pagar las cosas, salimos al exterior del edificio. El Sol iluminaba mi cara, la brisa corría por las calles. Hacía un buen tiempo, aunque para mí, era la mejor sensación que había sentido nunca. Al llegar a la casa de las dos chicas, la niña fue corriendo a su habitación a coger un estuche lleno de lápices de colores. Había escuchado historias de otros paquetes de folios, hablando de lo bien que te sentías cuando alguien escribía sobre ti. Y, en pocos segundos, lo pude comprobar por mi mismo. El lápiz rozaba ligero mi superficie. Podía notar un suave cosquilleo recorrer mi alargado cuerpo. Simplemente, era lo mejor que me pudo haber pasado.

La niña repitió el proceso con mis otros hermanos. Llegué a la cuenta de ocho folios, pero no estaba seguro. Charlotte se dispuso a coger el noveno, cuando su madre entró de nuevo en el salón.
-¿Vamos a tirar la basura, Charlotte? - le propuso la señora.
-¡Sí! - exclamó mientras cogía los ocho folios escritos -entre ellos yo- y se reunía con su madre.
El miedo me inundó por completo. ¿Me iba a tirar? ¿Este era el final? Me sentí decepcionado, utilizado. En lo que las dos chicas salían de la casa y se subían a un extraña maquina que es capaz de transportarte, -coche, según la madre de Charlotte-, yo intenté hablar con mi amigo el plástico.
-Plástico - le llamé. -Tengo miedo.
-No debes tener miedo, querido amigo. Es el ciclo de nuestra vida. Nacemos para ser utilizados. Yo para protegerte y tú para ser útil a las personas. Hemos cumplido, y ahora toca la mejor parte: reciclarnos y transformarnos.
-Eres muy sabio. Te echaré de menos.

No pudo contestar, pues la extraña máquina llamada coche se detuvo. La madre y su hija salieron con bolsas de residuos. "Punto limpio" leí en el cartel. Volé hondo, muy hondo. Me habían tirado. Cuando caí, noté mi cuerpo humedecido. Me fui deshaciendo poco a poco, hasta que logré divisar parte de mi cuerpo separado de mí. No me había dado cuenta antes, pero estaba rodeado de miles de mis hermanos, partidos en trozos. De repente, me dormí. No sentía nada. Quise gritar, pero la voz no me salía. Cuando desperté, era una pasta. Todos lo eramos. La conciencia me iba y me venía. Era todo un caos, hasta que por fin se detuvo todo. Miré en todas las direcciones en busca de mi amigo. Fue entonces cuando me metieron en una bolsa, y lo reconocí.
-¿Preparado para una nueva vida? - dijo mi amigo feliz.
-Preparado - contesté.

2 comentarios:

  1. Hola!!!
    Tienes un premio en nuestro blog: http://oceanodelibros.blogspot.com.es/2013/11/premios-al-blog.html
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas graciiaas!
      Lo pondré entre hoy y mañana.
      Besoos xx

      Eliminar